Avanzando en el libro de Bray, me interesó especialmente el capítulo de Tarragó, "Educar, entre la evasión y la utopía".planteando la necesidad de “un gran proceso de humanización de la educación”,
que puede ser utópico, pero es “éticamente
exigible”.
Respecto al sistema educativo, sostiene que:
1-Repensar su función, y su relación con una sociedad
liquida, industrial y en crisis, es necesario, pero queda relegado por la
urgencia de apuntalar el sistema
2-la organización educativa no es una organización que
aprende ni evoluciona. Es así que la investigación pedagógica, el conocimiento
de cómo aprendemos, apenas repercuten en
las actividades reales de alumnos y profesores, ni en la calidad de los
aprendizajes. Cuando se habla de mejorar
la educacion se ponen dos ingredientes:
1- más recursos (para hacer más de lo mismo) 2-exigencia de responsabilidad y vocación al profesorado al
que se le pide más formación. ¡Cuanto lo hemos reclamado! Pero eso se
traduce en la obsesión por la formación disciplinar y pedagógica, dentro del paradigma dominante. La ignorancia por la especialización,
que señala Brey, en los profesores produce aumento del saber improductivo
,desprovisto de poder transformacional.
3-La educación en tanto industria centrada en sí misma,
considera al alumno como materia prima que
perpetua su actividad y ante la cual no es preciso rendir cuenta, lo que
en gran medida se extiende a los padres y a la sociedad. En Uruguay, a raíz de la controvertida ley de
educación, por ej. ha habido muchas resistencias de parte de los docentes, a la representación
de los padres en cada liceo, y más aún cuando hablamos de los alumnos. Luego
nos sorprendemos cuando los jóvenes no muestran interés por el conocimiento.
Dice el autor “los jóvenes, se amoldan sin cambiar”, algunos aprueban pero no
se ilusionan con el conocimiento.
Nada podrá mejorar si nuestros alumnos no encuentran sentido
al trabajo que hacen. El autor pone en
la mira, algunos aspectos que hacen a nuestra práctica diaria y a nuestro
sistema y que nos resulta muy difícil de cambiar, por cuanto así lo hemos hecho
siempre. ¿Es importante llenar a alumnos de algunos conocimientos, evaluarlos
con la insistencia en la prueba escrita (no es lo más objetivo, es lo más
barato y simple) y que lo olviden rápidamente?
¿Es necesario encerrarlo en el espacio físico del aula no concebido para investigar,
estudiar crear, ni trabajar en equipos ni contactarse entre docentes? ¿Cuántas veces escuchamos en Sala de Profesores?
“Así aprendí yo y no me traumé” . Pienso
en cuantas veces decimos: deben prepararse para el futuro. Pero ¿Los
estamos preparando para una sociedad del conocimiento que exige más trabajo intelectual? Este requiere:
a- Que cada individuo
disponga de un bagaje de conocimientos que se renueven b- que sepa
procesar la información c- que tenga iniciativa personal d- el trabajo debe tener
finalidad creativa ,como definir un problema, crear un producto.
Tarragó propone en esa utopía, éticamente exigible de la que
habla, “hacer del alumno en cuanto
estudiante persona y ciudadano” el eje de la educación , y nuestro hilo
conductor como docentes deberia ser: “El desarrollo del intelecto y de la personalidad del
adolescente y del joven, el empeño por darle voz y levantar sus expectativas,
por estimularle, exigirle y apoyarle”